MEDIACIÓN Y COACHING
Es frecuente escuchar que la crisis económica que vivimos es la cara visible de otros problemas más profundos que afectan a unos sistemas tradicionales que, colapsados, ya no dan más de sí.
La clase política, la banca, los sindicatos, los rancios enfoques empresariales, la universidad convencional, los desfasados métodos de enseñanza, el poder judicial y hasta nuestro sistema constitucional se encuentran cuestionados, y no solo por la podredumbre y degeneración que conocemos gracias a los escándalos que están saliendo a la luz en algunos de estos ámbitos, sino también porque se percibe que ya no responden a las verdaderas necesidades de los ciudadanos.
En esta situación resultan imprescindibles los cambios y, desde luego, a ser posible, pacíficos, meditados y guiados por la intención de un futuro mejor. No podemos seguir pensando y haciendo lo mismo si verdaderamente queremos ver resultados diferentes.
Mucho se ha dicho en este blog sobre la incapacidad y falta de voluntad de la mayor parte de la clase política para acometer los cambios que España necesita, así como sobre la oportunidad perdida que está suponiendo el que enfrenten las dificultades con tan poco espíritu regenerador. Pero no quiero incidir ahora en ello. Prefiero aportar mi pequeña contribución con la referencia a algunas herramientas de transformación que pueden utilizarse en muy diversos ámbitos. Porque si la sociedad no puede tener muchas esperanzas en un liderazgo político reformador, sus elementos esenciales sí pueden buscar su propia mejora.
En consonancia con este nuevo paradigma, con este afán por la transformación o regeneración de lo que ya no funciona, descubrí hace unos años la mediación. Y, más recientemente, el coaching.
La mediación es uno de los métodos que existen para resolución alternativa de conflictos, destinada a abordarlos de la mejor manera posible. La voz latina “resolutio” significa “liberación” (lo re-suelto) y solutio, a su vez, significa “soltura, facilidad”. De alguna manera, cuando las partes han logrado resolver su conflicto, se han liberado de la tesitura en la que permanecían atrapadas.
Ahora bien, aunque no se llegue a ese final ideal de resolución, la mediación es siempre un proceso útil para los implicados que gracias a la intervención de un buen mediador (tercero neutral) gestionarán el conflicto mejorando la comunicación interpersonal, siendo ellos mismos los protagonistas y dueños de tal proeza.
Se trata de una vía diferente a la tradicional judicial que choca abiertamente con la mentalidad y la cultura jurídica que ha imperado e impera en España. Supone un valioso complemento a las posibilidades de la negociación, cuyas opciones multiplica, y en tanto potencia la responsabilidad individual en la solución de los propios conflictos, tiene una indudable carga social transformadora en favor de una mayor autonomía y madurez de los afectados. Así ha funcionado en otros muchos países, aunque entre nosotros aún no hemos podido comprobarlo dado que la mediación, hasta ahora, apenas ha calado en nuestro suelo patrio.
Por su parte el coaching es un proceso de exploración y trabajo intensos por parte de una persona o grupo de personas que, gracias a la intervención de un buen coach, gestionan ellas mismas el cambio deseado, la transformación necesaria o el logro de sus objetivos.
En este caso se mejora en gran medida la comunicación intrapersonal del coachee (cliente), y el coach, como voz neutral, provocará esa toma de conciencia en aquel que será el verdadero autor de la solución que andaba buscando.
Una persona (o empresa) está a disgusto con su situación actual y quiere que ésta cambie. Para ello tendrá que trabajar de otra forma, dándose cuenta de sus errores (lo que no ha funcionado hasta ahora), de sus recursos y de la nueva respuesta (responsabilidad) que ha de dar a la situación con la que se enfrenta, si quiere otro resultado. Finalmente ha de descubrir las nuevas acciones que se precisan para que se materialice el vuelco anhelado y llevarlas a cabo de forma tenaz.
Todo este trabajo se realiza en un proceso de coaching que normalmente se estructura de la manera que diré, aunque me gustaría adelantar ya una imagen para que se entienda el coaching como podría ser la actividad de un deportista con su entrenador para lograr el máximo de su rendimiento o la excelencia deportiva.
Inicialmente la persona interesada mantiene una primera entrevista con el coach en la que éste tras interrogarle sobre los objetivos, sobre su meta, sobre sus necesidades, le informa de los detalles de la labor a realizar juntos así como del número de sesiones, su frecuencia, lugar del desarrollo de las mismas y el precio. En las sesiones, el coach realizará el papel de “espejo” para el cliente, pues con una serie de técnicas provocará que éste encuentre la solución que necesita y sobre todo que concrete las nuevas acciones que precisa incorporar para lograr su objetivo, llegar a meta, coronar la cumbre de su escalada. Además de las sesiones que normalmente son semanales o quincenales, habrá comunicación frecuente entre ambos utilizando el medio que les resulte más cómodo (correo electrónico, teléfono, etc). En el avance del proceso, se irá viendo el rendimiento del cliente y los ajustes necesarios en su acción, en su atención (presente) y en su intención (futuro).
La mediación y el coaching son procesos diferentes y evidentemente también lo es el fin buscado por cada uno. Pero tienen zonas comunes manifiestas como, por ejemplo, la facilitación de una buena comunicación que el mediador y el coach, provocarán, entre las partes o en uno mismo, respectivamente. Es más, si el mediador no ayuda, no facilita o no trabaja a nivel individual a cada uno (consigo mismo) de los enfrentados ¿cómo va a conseguir que entre ellos se entiendan?…
Otra zona común de la mediación y el coaching son algunas de las herramientas que se utilizan para lograr una comunicación de nivel superior respecto de la que había en la zona de conflicto, en la mediación, o en la zona de bloqueo personal, en el coaching.
Estas son la escucha activa, las preguntas (en general abiertas, algunas cerradas utilizadas oportunamente, preguntas de metamodelo del lenguaje, circulares), el parafraseo, ejercicios de empatía como la simulación de personajes (o role-playing), el reconocimiento que el emisor da al receptor (o feedback), la intuición (previamente trabajada para potenciarla), fomentar momentos emocionales adecuados, la utilización oportuna del silencio.
Igualmente el propio perfil de un buen mediador y coach comparten cualidades como el ser neutrales, motivadores, buenos comunicadores, creativos, tolerantes, pacientes, facilitadores, con gran capacidad de escucha, buen dominio de sus emociones y de su lenguaje verbal y no verbal.
Así pues, mediación y coaching se complementan dejando claro que como ya dije antes, el proceso y el fin en una y otro son diferentes. Aunque puedan apoyarse y potenciarse recíprocamente como herramientas transformadoras.
Marta Antuña Egocheaga.
Mediadora
Coach personal/profesional www.coachingazul.com
Abogada
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