LOS CUATRO SUEÑOS II (con propuesta final)

LOS CUATRO SUEÑOS II (con propuesta final)

Avanzamos en  este mes con un segundo capítulo del relato que comencé a compartir en el post de Febrero. Como escribía entonces, en procesos de autoconocimiento y desarrollo profesional, los facilitadores, a veces, utilizamos  cuentos, relatos cortos y metáforas. Son herramientas que invitan a la persona con la que estamos trabajando para que reflexione sobre una determinada situación o cuestión que le interesa o preocupa. También para que encuentre información propia con la que antes no contaba; bien porque no la podía ver, bien porque no la podía sentir, dado que al instaurarse  nuestra propia habitualidad en las respuestas racionales y emocionales no nos permitimos otras posibilidades. Las historias, las cuentos, las metáforas y también los sueños provocan cierta apertura a lo nuevo dentro de nosotros mismos. Por eso son tan enriquecedores.

Este es el capítulo 2 del relato que estoy compartiendo con mis lectores y seguidores. Es algo más largo que los que utilizamos en las sesiones, pero no por ello pierde valor para el fin que comento. En total son CINCO capítulos que iré publicado a razón de uno por mes. Están conectados y forman un todo, así que resulta aconsejable la lectura de los cinco por el orden sucesivo de su publicación. Además al final de cada capítulo, amplío información y propongo un ejercicio.

El relato se titula “CUATRO SUEÑOS”.

 

“Esos cuadros caprichosos, puesto que se originan en nosotros, pueden bien poseer un analogía con nuestra vida y nuestro destino”

Goethe

 

CAPITULO 2   LOS CABIRES

 

En mis sueños de esa noche hablaba con Fátima. Utilizábamos un lenguaje totalmente extraño y desconocido para mí. Al despertar sólo era capaz de recordar con claridad una palabra que ella había pronunciado en nuestra conversación “cabires”.  No creía haberla escuchado nunca e intenté no darle importancia sumergiéndome en la rutina laboral de aquel día, sin dar más vueltas al asunto.

 

Al final de la mañana, subí a la planta donde estaba la habitación número diecisiete que ocupaba Fátima. Visité allí  a mi último paciente de esa ronda que ya terminaba y al pasar  por su puerta medio entornada, entré hipnotizado por los recuerdos de la noche .

 

A pesar de su profundo letargo, su cara y su cuerpo no reflejaban un descanso sereno. ¡Qué va! Fátima sufría. Pero lo peor es que veía complicado llegar a su interior o al menos eso creía en ese momento.

 

<<Doctor Moratinos, le llaman de la planta primera, la señora Arrieta reclama su presencia otra vez. Quiere que vaya a verla o si no, dice que ¡volverá su pánico!>>  _Dijo Candela.  La enfermera jefe había entrado en la habitación para revisar el gotero de Fátima.

Al apoyar la hoja de pautas médicas encima de su cama, algo estalló en mi cabeza al leer el nombre completo de la paciente: Kabir Laredo, Fátima. Sentí como si me pellizcaran fuertemente el estómago,  porque su apellido trajo de nuevo a mi memoria las escenas oníricas con ella que intentaba desechar. Recordé que también había oído esa palabra en las  comidas con compañeros en la cafetería del hospital. En diversas ocasiones habían rememorado el buen hacer del Doctor Rachid Kabir como director al frente de Santa Fe, así como las trágicas circunstancias de su muerte junto con su esposa en Egipto.

Invadido por la curiosidad de lo desconocido, quería acabar cuanto antes con la señora Arrieta. Deseaba encontrar alguna respuesta en el dios google.  En cuanto vi que la paciente estaba calmada gracias al orfidal  que le hice disolver  bajo la lengua,  di zancadas por los pasillos en dirección a mi despacho.  Una vez allí, encendí el ordenador.  Mi impaciencia se incrementaba ante la tardanza mínima del aparato al conectarse con el buscador de Internet.  <<Pero, tío, ¿cómo te pones así?>> _me dije, censurándome. Era presa de un nerviosismo que hacía que me viera como un neurótico. Alguien que reacciona desbordadamente ante un suceso tan intrascendente como era un sueño incoherente.  En ese momento no me di cuenta, pero mis reproches racionales enmascaraban una verdad escondida.  De alguna forma Fátima me hacía recordar algo de mí que censuraba en la vigilia. Solo con su presencia me hacía sentir como si me encontrara ante un espejo. Y, claro,   vernos de forma completa no nos gusta demasiado a la mayoría de los mortales.  De eso sé bastante. Como psiquiatra psicoanalizo a los demás, pero tengo que reconocer que no he sido  exhaustivo conmigo mismo. En un viaje a Grecia descubrí las palabras que habían estado grabadas sobre la entrada del templo de Apolo en Delfos, sede de los sagrados oráculos.  “Gnosti te autom» (conócete a ti mismo). Resulta paradójico que las personas acudieran  allí para encontrar respuestas, ya  fueran para sus desgracias, ya fueran para saber si se les cumplirían sus sueños  o para encontrar la felicidad. Y resulta que toda la respuesta ya la tenían antes de entrar. Pero estaban ciegos, como ciego continúa siendo el ser humano moderno.

Tecleé “cabires” y se desplegó ante mí un largo menú de respuestas. La primera que cacé con el puntero me reveló una información poco esclarecedora y aún mas intrigante que la palabra en sí:

<<Cabires, también conocidos como los poderosos. Divinidades y dioses muy misteriosos entre las naciones antiguas. Todas las divinidades relacionadas con el fuego eran llamadas cabirias. Los cabires presidían los misterios y su verdadero número jamás ha sido revelado…>>

Desde el vacío de no entender nada de lo que estaba leyendo, pasé al entusiasmo de verme sumergido en una historia de fantasías de la mano de la paciente más hermética que hubiese atendido jamás. Así que me dejé llevar por los misterios de Fátima que ella misma me ayudaría a desvelar.

 

(continuará)

PROPUESTA:

Este relato tiene que ver con los sueños, porque en lo sueños ocurren cosas curiosas que nos pueden ayudar mucho en nuestra indagación personal para tomar decisiones o para actuar. Ahora bien, no todos los sueños son iguales, pues pueden manifestar impulsos (racionales o instintivos) o deseos censurados durante el día, pueden manifestar significados de hechos ocurridos en el día que no habíamos contemplado. Además, a veces, en lo sueños se dan respuestas a dudas que no nos atrevemos a darnos en la vigilia, también se tienen sueños visionarios en los que se encuentra la solución a problemas, a fórmulas matemáticas, inventos. Hay sueños que son expresiones expansivas de nuestra imaginación y creatividad, o premonitorios en los que permitimos que la intuición funcione ampliamente, o reveladores de la sabiduría del inconsciente.

Sócrates, por ejemplo, consideraba que los sueños representan la voz de la conciencia y que es de suma importancia tomar en serio esa voz y observarla.

Sea como fuere, pues muchos autores filosóficos y psicólogos nos han hablado acerca del valor de los sueños (recomiendo el libro de Erich Fromm «EL LENGUAJE OLVIDADO»), te invito a que juegues con la propuesta que te hago.

Es una propuesta que viene relacionada con algo que se comenta en el relato: las creencias sobre uno mismo y el autoconocimiento. El propósito es el  “Gnosti te autom».

Te animo a que antes de dormir dejes un cuaderno con un lápiz cerca de ti y que al despertar escribas sobre lo que recuerdes de tu sueño. Si te despiertas en la noche, escríbelo igualmente. Hazlo durante al menos 5 días seguidos, de lunes a viernes. Finalizados esos 5 días, responde a estas preguntas:

• ¿Cuál es el elemento común de los sueños en estos 5 días?
• ¿Me siento el autor/la autora de mis sueños? ¿Ha sido mi pensamiento el forjador de mis sueños? o ¿hay algo más allá como un observador/una observadora de mi pensamiento? o ¿me vienen dados lo sueños?
• En caso de que pienses que ha sido tu pensamiento el forjador de tu sueño, ¿cómo es mi pensamiento durante el día?, ¿es más limitado?, ¿es creativo?, ¿es positivo o negativo?, ¿me permito pensar durante el día de forma similar a como pienso en mi sueño o es muy diferente?

 

 

Marta Antuña Egocheaga. Marzo 2019.

 

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