HABILIDADES RELACIONALES II
Nadie puede hacer que te sientes inferior sin tu consentimiento
Eleanor Roosevelt
En mi último post escribí sobre la importancia de las habilidades relacionales para que el trato con los demás resulte lo más positivo posible, lo menos disfuncional posible y además nos enriquezcan no solo como profesionales, sino también como personas. Y para ello, planteaba interrogantes centrados en nosotros mismos para aprender a relacionarnos con poder.
Es imposible resumir en un post todo lo que podría decir, así que voy a seguir tratando este tema en este y posteriores escritos.
En el presente, lo haré enfocándome sobre todo en la autoestima personal que conforme a la definición estándar comprende la idea de aprecio o consideración que uno tiene por sí mismo.
Sin embargo, y tras mucho reflexionar, me he dado cuenta de que la autoestima es e implica muchas más cosas. Precisamente si una de parcelas de tu desempeño profesional es ayudar a empoderar a otras personas, me siento obligada a plantearme diferentes preguntas para saber cómo ando de autoestima. Así que el ejercicio lo compartiré con todos vosotros, porque las cuestiones que plantearé nos sirven a todos, ya que podemos aplicarlas al ámbito que precisemos.
- ¿Cómo soy? ¿Cuál es mi tendencia personal? ¿Tengo claro el sentido personal de mi propia identidad?
Por ejemplo, uno de los valores esenciales de una persona es la generosidad y en consecuencia se apunta de voluntario en una ONG, y sin embargo se da cuenta de que no encaja en el proyecto y de que las relaciones con el equipo se han vuelto imposibles.
Si indagamos en el problema que plantea esta persona, descubrimos que la causa principal que ha originado esto es precisamente su personalidad, porque lo que de verdad le gusta a esta persona y además lo hace a las mil maravillas es liderar o como ella misma manifiesta: “nací para ser jefa”.
Una autoestima sana gestionará con equilibrio su afán de generosidad con las ganas de que la reconozcan como líder, sin sentirse culpable por ello.
Así que dejarnos arrastrar por las ideas políticamente correctas o dominantes, sin respetar nuestra propia identidad supone una baja autoestima y surgirán los problemas.
- ¿Qué capacidad de aguante tengo ante lo que me viene en la vida que no puedo cambiar? ¿Cómo lo gestiono? ¿Qué capacidad tengo para ayudar a otros a soportar lo que no pueden cambiar?
Hoy en día se asocia incansablemente la autoestima con el no soportar nada. El mensaje que abunda es: si no te gusta esto, déjalo; si sufres ahí, vete, etc…
Sinceramente, esto no fomenta la fortaleza personal como base de la autoestima y resulta necesario encontrar un equilibrio.
Además seamos realistas, hay muchas cosas que no podemos cambiar. Nuestro máximo poder se manifiesta cuando somos capaces de cambiar la actitud o la forma de ver las cosas que suceden, con las además, dicho sea de paso, aprenderemos y creceremos.
Una vez más debemos bucear en nuestra propia autoestima para saber qué me conviene aunque no sea un camino de rosas y qué es lo que no me conviene en absoluto.
- ¿Qué espacio le doy a mi capacidad intuitiva frente a los mandatos racionales de mi pensamiento?
Sintonizar nuestra intuición con nuestra autoestima es esencial. Y es verdad que no resulta fácil, porque los miedos que siempre disparan nuestros peores pensamientos nos meten en problemas, pero saber que nos puede dar mucho poder personal ya es un inicio para intentar ejercitar la intuición.
Con un ejemplo lo veremos más claro:
En un equipo de abogados están diseñando una demanda para un asunto importante. Una de las abogadas que se acaban de incorporar al despacho ha preparado una propuesta, audaz, interesante, con grandes posibilidades de que sea un éxito. Sin embargo ella se siente insegura y antes de hacer la presentación al resto del grupo, le pregunta a uno de los abogados jóvenes que lleva en el despacho unos cinco años. Este abogado intuyó que la joven abogada estaba buscando aprobación y ánimo para vencer su inseguridad. Sin embargo la abogada puede representar una amenaza para su puesto en el despacho, así que ese temor dispara pensamientos de baja autoestima del abogado, y realiza comentarios muy negativos sobre el trabajo de ella. Así que el miedo del abogado ha conseguido acrecentar el miedo y la inseguridad de la abogada, con el consiguiente efecto sistémico en el equipo.
- ¿Qué tipo de ayuda podemos dar a los demás si no nos ayudamos a nosotros mismos?
¿Cuándo das o ayudas a los demás dando demasiado de ti mismo o por motivos erróneos está funcionando tu autoestima?
Si te mueve la culpabilidad que es una visión negativa de ti mismo ¿ayudas desde tu poder o desde tu baja autoestima?
¿Me resulta humillante pedir ayuda?
Estas preguntas van especialmente dedicadas a las personas con síndrome de rescatadores o salvadores, que o bien se mueven por sentimientos de culpabilidad y por lo tanto el ayudar se lo toman como una penitencia redentora o bien acumulan mucho resentimiento, porque esperan y no les dan el reconocimiento por todo lo que hacen por los demás.
- ¿Eres valiente para defender tu criterio personal, tus decisiones y tus actos?
Porque la valentía también es un componente esencial de la autoestima, hasta el punto de que influye sobre lo que estamos dispuestos a hacer por nosotros mismos y sobre nuestra decisión de liberarnos de las expectativas ajenas.
- ¿Cómo andas de paciencia y de respeto hacia los demás?
Ambas virtudes son indicadores de nuestra mayor o menor autoestima. Y aunque es una pregunta muy genérica, pues no es lo mismo relacionarte con un familiar que con una persona que empiezas a conocer, toda relación nos dará información en mayor o menor medida.
Como, anunciaba al principio, continuaré escribiendo sobre este apasionante tema de las relaciones interpersonales, porque con las relaciones tejemos nuestra realidad, hacemos nuestro mundo y muchos queremos hacer un mundo mejor ¿verdad?…
Muy interesante el ejercicio Marta, voy a ponerlo en práctica. ¡Gracias por compartirlo! Besos
Muchas gracias a ti por tu comentario. Un abrazo.
excelente !!!!
Muchas gracias, por tu comentario. Saludos cordiales.