COACHING PARA LA INTIMIDAD o LA INTIMIDAD DEL COACHING
Cada cierto tiempo acudo a una persona que sabe mucho más que yo sobre la Vida, el desarrollo y el crecimiento personal. En cierto modo recibo de ella el acompañamiento en una sesión de una hora y media, gracias al cual soy capaz de darle luz a esos espacios interiores poco claros que a veces se van creando en mis días. Me refiero a esas pequeñas o grandes cosas que me hacen sentir tensión a la vez que anhelo por encontrar respuestas o salidas.
Y en la última conversación que tuvimos me planteaba la diferencia entre practicar la labor de coach facilitadora en desarrollo personal y profesional con “intimidad” o con “intimidación”.
- ¿A qué se refería con esto?
Pues en cierta manera ella consideraba que cuando se trabajan temas tan delicados como el autoconocimiento, el crecimiento y la madurez de las personas, el amplio campo de la comunicación intrapersonal e interpersonal, entre otros, resultaba imprescindible crear un vínculo o nexo muy cuidado de gran confianza con cada ser, que favoreciera la labor íntima que has de hacer con esa persona, para que los efectos buscados se produzcan y además sean duraderos.
En cierta manera, ella la intimidación la denunciaba en relación a la forma de trabajar de ciertos profesionales que se mueven por el afán de reclutar más y más usuarios o seguidores, llegando a realizar captaciones “intimidatorias” y poco “íntimas”.
Así que planteo una pregunta que dejo a las respuestas de cada cual. Por mi parte, después de trabajar esa sesión con mi coach, se plantearon varias respuestas que dejo a la reflexión de todos.
- ¿Cómo actúa el facilitador ÍNTIMO y cómo el INTIMIDATORIO?
- Un facilitador íntimo prefiere calidad a cantidad.
- Un facilitador intimidatorio sobre todo ha de alcanzar números.
- Los anuncios del facilitador intimidatorio recuerdan a los del vendedor de elixires o caramelitos de la suerte.
- Para el facilitador íntimo lo importante es que la persona con la que esté trabajando haga un trabajo genuino y que le ayude de forma real.
- Un facilitador intimidatorio da mensajes poco reales y también fantasiosos y/o almibarados.
- Un facilitador intimidatorio prefiere lucir ante su cliente a que este haga lo que tiene que hacer para beneficiarse del proceso, así que no le suele retar.
- Un facilitador íntimo va al ritmo de las personas con las que trabaja sin importarle las cifras en el ámbito “de la cosa”.
- Un facilitador intimidatorio ha de abarcarlo todo y si pierde una operación es una tragedia.
- Para el facilitador íntimo lo más importante es el cliente que es único y además su mejor cliente.
- Un facilitador intimidatorio suele estar acorde con el ritmo trepidante que domina en el desempeño profesional de esta sociedad.
- Un facilitador íntimo no tiene prisa.
- Un facilitador intimidatorio ha de lucir mucho en redes.
- Un facilitador íntimo hace de las sesiones casi un acto de culto.
- Un facilitador íntimo se exhibe poco.
- Un facilitador intimidatorio tiende al consejo con advertencia y/o moralina.
- Un facilitador íntimo casi como un espejo.
- Un facilitador intimidatorio no tiene el ego a raya.
- Un facilitador íntimo se equivoca y lo reconoce. No pasa nada. Aprender es una suerte.
- Un facilitador intimidatorio se coloca ante su público en modo de oráculo de la verdad.
- Un facilitador intimidatorio dice lo que tienes que hacer.
- Un facilitador íntimo está abierto, atento y curioso hacia la persona que viene a trabajar con él.
Como cierre de esta breve reflexión, reconozco que tengo algunas de las referidas tendencias, tanto del facilitador íntimo como del intimidatorio, pero precisamente identificarlas es el primer paso para ir soltando e integrar de forma definitiva las relacionadas con la actividad “íntima” del coaching.
Estamos en ello.
Marta Antuña es coach profesional
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